Vi el origen de tu rostro por segundos indefinidos,
me acerque a mirar los ojos y me cegaste,
entonces los oídos se hicieron pájaros
con el lenguaje inverso de los espejos.
Quise acariciar las emociones que brotaron,
el surco de la piel desgastada
el enredo de tus cabellos entre las razones y los sueños,
pero al intento mis manos temblaron
fue el silencio el que gritó:
no lo hagas, “deja que el tiempo cure las heridas”
en ese momento todo se paralizó,
no hubo distancias, pasado, presente,
fue como volver al origen arcaico
donde todo era nada, mera sustancia líquida de los cuerpos.
Ví el rostro que detrás de la mirada se esconde,
lo ví acercarse pese a estar ciego,
sentí el fuego que encendió mi fuego,
me quemé y resucite detrás de los espejos,
desde entonces miro todo hacia dentro,
es un estado recursivo la luz que promete darme sombras,
pero las sombras rebotan en el cristal,
y me hago sombra, arcoiris.
Jesús Largo Hidalgo
Stgo. Centro, 18 Abril 2006.
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